LA LECTURA Y LA ESCRITURA COMO ESTRATEGIA PARA EL APRENDIZAJE AUTÓNOMO
por Mª José González. Licenciada en Psicología
por Mª José González. Licenciada en Psicología
El aprendizaje consiste en asociar conocimientos propios a conocimientos nuevos y de esta manera construir nuestros propios significados a partir de los ajenos. Distinguimos 2 tipos de aprendizaje:
-Asociativo: es profundo y duradero en el tiempo.
-Memorístico: es superficial y poco duradero en el tiempo.
Lo deseable sería realizar un aprendizaje asociativo, pero no siempre hacemos relaciones con la información adquirida. En ocasiones, por muy lamentable que nos parezca, nos quedamos en la superficie del aprendizaje al limitarnos a memorizar la información sin establecer esa relación con los conocimientos previos, con lo cual, con la misma velocidad que adquirimos ese conocimiento se nos disipa y se pierde. Por tanto, en el proceso de aprendizaje la memoria tiene un objetivo claro, el de reproducir conceptos y para ayudarnos en estas tareas están las estrategias de aprendizaje, las cuales son actividades intencionales que se realizan con el propósito de facilitar la adquisición, almacenamiento y posterior uso de la información. Las más empleadas son: las estrategias de lectura, las de escritura, los mapas conceptuales y los diagramas de flujo.
Para realizar un buen aprendizaje son necesarios algunos requisitos. Uno de ellos es la motivación hacia el tema, del cual hay que elaborar conceptos y organizar contenidos; sin embargo, la intención de aprender no es una garantía de que el sujeto aprenda. Por contra, se puede aprender aunque ese no sea el propósito, por ejemplo a través de la lectura por placer; es lo que llamaríamos aprendizaje incidental y se produce debido al hecho de que comprender es una actividad intelectual que implica atribuir significado a la información nueva y relacionarlo con la ya existente.
Otros de los requisitos son la autodirección y el autocontrol, es decir, que haya presencia de un objetivo y conciencia de que existe, pero además será necesario realizar una evaluación o supervisión periódica de las propias acciones. Cuando estas estrategias se aplican a la información escrita presentan la ventaja de su permanencia ya que el lector puede volver sobre el texto, manipularlo y organizarlo; su mayor inconveniente es que se encuentra desprovisto del contexto y por lo tanto de la explicación oral de los contenidos por parte del comunicante. No obstante, la lectura como estrategia de aprendizaje es un instrumento primordial para la adquisición y transmisión de conocimientos, ya que se establece una relación recíproca entre el lector y el texto.
Cuando la lectura es activa se comprende y se aprende y esto implica hacer un procesamiento de la información y emplear una serie de conocimientos, hipótesis y experiencias previas. Cuando leemos para aprender nuestra lectura suele ser lenta y repetida, es decir, hacemos una primera lectura exploratoria. El lector se interroga sobre lo que lee, establece relaciones con lo que ya sabe, revisa los términos, efectúa síntesis, subraya, elabora esquemas, etc.. Asociado a ello está el proceso interno de lectura, puesto que al leer cada uno de nosotros estamos dando al texto un significado propio. Estas estrategias aparecen integradas en el curso de la lectura: se dan previamente a ella, mientras leemos y después de leer.
Se distinguen 3 tipos de estrategias de lectura:
- Las que permiten dotarse de objetos concretos de lectura y aportar
conocimientos previos relevantes.
- Las que permiten establecer inferencias, revisar y comprobar la propia
comprensión mientras se lee.
- Las dirigidas a resumir, sintetizar y extender el conocimiento
adquirido mediante la lectura, establecer las ideas principales y
elaborar síntesis y resúmenes que transformen el conocimiento.
Cuando se trata de aprender es necesario añadir a las estrategias de lectura otras estrategias, como son las de escritura, las cuales son necesarias entre otras cosas para resumir.
Para intervenir sobre un texto es importante tener en cuenta la estructura y unas variables características que hacen que se puedan manipular y organizar el texto según nuestra conveniencia. Esta estructura nos da una información, la cual se podrá dar de maneras diferentes en función del texto. Nos orientará para recordar el tipo de texto de que se trata bien sea narrativo, descriptivo o explicativo. Desde esta perspectiva cabe puntualizar que el texto narrativo está asociado a una estructura regular (inicio, trama, final) y a una menor cantidad de información que los textos expositivos y por ello resultan más fácil de comprender y retener; en cambio, la estructura expositiva presenta una mayor dificultad para el lector debido a su gran variedad de información.
Es importante tener en cuenta la forma de presentación del texto, puesto que el autor nos está diciendo de este modo qué es lo que tenemos que esperar del texto. Por tanto, no sólo se comprende un texto por el hecho de disponer de conocimientos previos, sino porque éste se deja comprender, es decir, porque el texto posee una cierta estructura y sigue una cierta lógica. La mayoría de los textos que utilizamos habitualmente para estudiar son expositivos y presentan la siguiente estructura: título, sub-títulos y apartados, índices, resúmenes elaborados, cambios tipográficos y palabras clave. Los puntos y puntos y aparte quieren decir algo, nos dan información.
Todo lo anterior nos ayudará también si intentamos desarrollar otro tipo de estrategias que favorecen el aprendizaje mediante instrumentos que nos permiten una mejor organización de los contenidos de la información. Una de estas estrategias son los mapas conceptuales y se presentan como un instrumento educativo eficaz siempre que sean combinados con otros instrumentos, ya que no pueden nunca sustituirlos por completo.
Llamamos mapa conceptual a las representaciones que siguen unas ciertas normas: 1) ser representaciones esquemáticas de conceptos 2) organizados jerárquicamente 3) formando proposiciones 4) y estableciendo relaciones significativas entre ellos.
La construcción se inicia a partir de un sólo concepto clave, o bien a partir de un conjunto de ellos y se debe favorecer la inclusión de nuevos conceptos, ejemplos, relaciones cruzadas, etc.. Los conceptos se unen entre sí por medio de líneas o bien mediante flechas cuando las relaciones no son subordinadas; además deben ser flexibles. Las relaciones se representan por medio de líneas y palabras de enlace.
Los conceptos son las palabras que expresan las imágenes mentales que poseemos acerca de todo lo que nos rodea y nos sucede. Las diferentes ciencias se han encargado de ampliar el número y el significado de los conceptos que empleaban, dando como resultado una red conceptual consensuada y más o menos estructurada y jerarquizada. Sin embargo, hay algunas ciencias que no poseen una estructura jerarquizada absoluta, es el caso de las Ciencias Sociales ya que están muy condicionadas por las diferentes ideologías. Esto sin embargo no es un obstáculo, sino más bien al contrario ya que hay que conocer, recordar y relacionar los conceptos empleados, interpretar y comprender sus significados y lo más importante, reelaborar lo aprendido para obtener nuevos significados.
Otra de las ventajas de los mapas conceptuales son que permiten que su elaboración sea colectiva, además de que, dependiendo de la finalidad perseguida se pueden empezar a construir por diferentes puntos de partida.
Hay un instrumento que es muy similar y que incluso en ocasiones sustituye eficazmente a los mapas conceptuales, se trata de los diagramas de flujo. En éstas ocasiones las relaciones entre ellos deben ser explícitas, empleando palabras de enlace. La mayor diferencia es que generalmente expresan sucesiones de actividades y por ello predominan las flechas en lugar de las líneas.
En síntesis, si queremos aprender de los textos tendremos que implicarnos activamente y encontrar sentido a leer, por ello serán importantes todos los aspectos motivacionales, afectivos y psicológicos, así como entender el mensaje del autor a través del texto. Para facilitar la tarea podemos emplear instrumentos como los mapas conceptuales, los cuales resultan ser una interesante opción para la organización de los contenidos de la información.
Mª José González
Licenciada en Psicología
mjgonzalez@psicocentro.com
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