El tema que hoy nos con-voca es un sentimiento al que dan por llamar tristeza. Para algunas personas, la cercanía de las fiestas de “FIN” de año, suele traer aparejado ese sentimiento. Pensé que la mejor forma de abordarla, (sin repetir lo tan trillado de las definiciones teóricas de enciclopedia que nada enuncian del sujeto que las propone), es dejándonos llevar por algún sentimiento, o por algún recuerdo.
Propongo entonces que nos dejemos llevar, afectar libremente por una serie de reflexiones que me parecieron oportunas:
El hastío es un estado común de los tiempos que corren. La monotonía del tic-tac relojero repite incansablemente que nada es para siempre.
Distancia, extrañeza, desconfianza y fuga parecen ofrecerse como la modalidad de vinculo afectivo entre los seres que pueblan esta pequeña esfera celeste que flota en una finitud imposible.
Nostalgias esperanzadas que esperan, tal vez preguntándole al corazón: ¿cuánto mas faltara para el amanecer?. Momentos de noche cerrada, de almas a oscuras, sin destellos de nuevas estrellas, de deseos aprisionados en la cárcel de lo oficial. Es la hora de las siestas con sueño pero sin sueños, de besos a la distancia y por celular.
Penas conservadoras que arden pero que no se animan, a dejar la garganta, a zambullirse en el mar del lenguaje, a expresarse, a decirse.
Reunión de concurridas soledades, seres a solas con sus corazones, que conviven y “¿viven?” la vida sin VIVIR. Vacíos del ser convertidos en atrapantes agujeros negros que comunican lo real con la realidad.
Partidas inesperadas de seres entrañables de la niñez de aquellos tiempos “de paz sin paz”. Porque no somos momias sentimos a pesar de las distancias, a pesar del pesar. Que difícil se hace remontar el barrilete en esta tempestad monótona y conformista del “no te metas”, del “quevachacher”, del “dale que va”.
Hoy todo, tal vez, se halla en penumbra, pero algún resplandor liberador podría convertirse en nuestro “barredor de tristezas”. Somos responsables de despertar a lo REAL de la vida, o de seguir durmiendo en nuestra realidad.
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