Los trastornos sexuales se producen en un alto porcentaje de la población –casi la mitad-, y provocan mucho sufrimiento personal, a pesar de ello y por motivos culturales se acostumbran a ocultar.
No se sabe hasta qué proporción pueden estar asociados a muchas depresiones no tratadas.
Cuando se producen trastornos sexuales hay que descartar en primer lugar si se trata de algún problema orgánico o funcional, en cuyo caso, el tratamiento debe ser efectuado por un médico.
No obstante, la mayor parte de los trastornos sexuales acostumbran a estar provocados por problemas psicológicos o son debidos a factores asociados. En ocasiones, resulta difícil discernir si los problemas psicológicos que puedan tener una persona o una pareja son la causa de disfunciones sexuales, o si son estas disfunciones las que han provocado los problemas personales o de relación con la pareja. Muchas veces el problema sexual es consecuencia directa de los problemas de relación de una pareja.
En este espacio no pretendemos realizar ningún tipo de diagnóstico, únicamente orientaros para que podáis distinguir entre cada uno de los tipos de trastornos.
Se pueden originar algunas o varias de estas dificultades, es decir, puede producirse una falta de orgasmia, pero excitarse normalmente, incluso llegar a la fase de la meseta. O bien, existir, ya de entrada una inapetencia sexual, y por lo tanto no llegar a tener interés por las relaciones sexuales.
A través de la entrevista, si asistes a un psicólogo, o a través del test de autoayuda si lo haces tú mismo/a, podremos conocer si tu problema es primario, es decir, si de ha producido desde la primera experiencia sexual, o si es secundario: que se ha manifestado a partir de un determinado acontecimiento.
Después si ocurre con todas las parejas y en todas las situaciones, o bien se da de forma puntual, con alguna persona y en determinadas situaciones.
Del mismo modo, si es debido a factores psicológicos, o a factores combinados. Por ejemplo: una enfermedad, o el tratamiento de una enfermedad puede interferir fisiológicamente en el interés sexual, la excitación o erección, etc. Sabemos, por ejemplo, que los tratamientos con benzodiacepinas afectan a la libido y alteran la eyaculación, otros fármacos afectan a las disfunciones eréctiles, y otros son capaces de producir erecciones espontáneas, etc.
Asimismo debemos descartar si la perturbación es inducida por sustancias y también si existe algún problema en la identidad sexual.
No se sabe hasta qué proporción pueden estar asociados a muchas depresiones no tratadas.
Cuando se producen trastornos sexuales hay que descartar en primer lugar si se trata de algún problema orgánico o funcional, en cuyo caso, el tratamiento debe ser efectuado por un médico.
No obstante, la mayor parte de los trastornos sexuales acostumbran a estar provocados por problemas psicológicos o son debidos a factores asociados. En ocasiones, resulta difícil discernir si los problemas psicológicos que puedan tener una persona o una pareja son la causa de disfunciones sexuales, o si son estas disfunciones las que han provocado los problemas personales o de relación con la pareja. Muchas veces el problema sexual es consecuencia directa de los problemas de relación de una pareja.
En este espacio no pretendemos realizar ningún tipo de diagnóstico, únicamente orientaros para que podáis distinguir entre cada uno de los tipos de trastornos.
Se pueden originar algunas o varias de estas dificultades, es decir, puede producirse una falta de orgasmia, pero excitarse normalmente, incluso llegar a la fase de la meseta. O bien, existir, ya de entrada una inapetencia sexual, y por lo tanto no llegar a tener interés por las relaciones sexuales.
A través de la entrevista, si asistes a un psicólogo, o a través del test de autoayuda si lo haces tú mismo/a, podremos conocer si tu problema es primario, es decir, si de ha producido desde la primera experiencia sexual, o si es secundario: que se ha manifestado a partir de un determinado acontecimiento.
Después si ocurre con todas las parejas y en todas las situaciones, o bien se da de forma puntual, con alguna persona y en determinadas situaciones.
Del mismo modo, si es debido a factores psicológicos, o a factores combinados. Por ejemplo: una enfermedad, o el tratamiento de una enfermedad puede interferir fisiológicamente en el interés sexual, la excitación o erección, etc. Sabemos, por ejemplo, que los tratamientos con benzodiacepinas afectan a la libido y alteran la eyaculación, otros fármacos afectan a las disfunciones eréctiles, y otros son capaces de producir erecciones espontáneas, etc.
Asimismo debemos descartar si la perturbación es inducida por sustancias y también si existe algún problema en la identidad sexual.
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