sábado, 6 de diciembre de 2008

La mujer maltratadora

El tabú silenciado

Todos conocemos el grave problema del maltrato psicológico y físico de las mujeres por parte de muchos hombres. Sin embargo, hay también otra desgracia, extremadamente frecuente, que es la violencia psíquica de la mujer contra el varón. Contra su pareja. Como ya existe abundante información sobre el primer tema, examinaremos aquí con algún detalle el segundo -un drama tabú-, a fin de obtener una visión más completa del maltrato doméstico. Nos referiremos principalmente a las relaciones matrimoniales (1).

Es un hecho que, para desdicha de sí mismas y de quienes las rodean, numerosas mujeres se casan no tanto por amor a su pareja -y ni siquiera desde un amor al hombre en general o con suficiente aptitud para la convivencia o la maternidad-, cuanto por motivos neuróticos o conveniencia práctica (necesidad de huir de su familia, soledad, embarazo no deseado, interés económico, imitación o presión social, etc.) (2). Es fácil entender que, desde tales premisas, tras las primeras semanas de romance y en cuanto la mujer "toma posesión" de su nueva situación de casada, muchas de ellas comenzarán a descargar sus amarguras inconscientes sin resolver contra su chivo más cercano: su marido. (Los hijos son víctimas propiciatorias aún más fáciles, pero éste es otro tema). Comenzará así la pesadilla oculta de los hombres maltratados.

La conducta de estas mujeres es siempre la misma: culpan de forma exclusiva, desproporcionada y permanente a sus maridos de los problemas inherentes a toda convivencia, presentándose ellas mismas como las "víctimas" ajenas e inocentes de los siempre "graves" defectos de su pareja. No hay diálogo, no hay autocrítica, no hay humildad, no hay disculpas; la percepción de la mujer siempre es inequívoca y furiosa: "¡es por tu culpa, eres un egoísta, eres un inútil, eres un idiota, eres un desagradecido!", etc.; y desfoga contra él toda su rabia y su desprecio. Si el marido se muestra cariñoso: "¡eres un pesado, eres un crío, siempre estás con el sexo, sólo piensas en ti!", etc. Si se defiende hostilmente: "¡a mí no me hables así, qué te has creído, te denunciaré!", etc. Si se repliega para protegerse: "¡sólo vas a lo tuyo, me tienes abandonada, nunca me has querido", etc. Y si el hombre, demasiado inmaduro y dependiente de la figura femenina -su fantasía maternal y sexual-, renuncia definitivamente a sí mismo y se somete patológicamente a su mujer, entonces ella aún lo desprecia más: "¡eres un blando, un inepto, un calzonazos, me das asco!" De modo que, haga él lo que haga, ella siempre encontrará la manera de deformar la realidad para justificar su compulsiva necesidad de agredirlo y humillarlo. (3)

En los casos leves, estas mujeres son simplemente mandonas, exigentes, manipuladoras y desdeñosas con sus parejas. Cuando, en cambio, su narcisismo ya es patológico (p.ej., sufren un verdadero trastorno narcisista, de personalidad, etc.), su violencia emocional resultará terrible (5), y también puede ser física (arañazos, patadas, golpes con la mano u objetos, amenaza con objetos punzantes o armas, etc.). Pero no suelen hacer nada para separarse de sus "odiadas" víctimas; ni tampoco renuncian a los bienes -dinero, lujos, prestigio social, amistades- que aquéllas puedan proporcionarle. Por otro lado, algunas de estas mujeres, aun pudiendo trabajar, no quieren hacerlo; o, si trabajan, guardan su dinero para sí mismas negándose a compartir los gastos domésticos. Argumentan que el marido debe mantenerlas en "justa compensación por lo mucho que sufren por su culpa", o porque "ya hacen bastante cuidando de la casa". Al margen del machismo implícito en estas falacias, vemos claramente que su pretensión de "lavar" con dinero los asuntos conyugales y neuróticos -o, digámoslo sin ambages, su afán de castigar o vengarse del marido beneficiándose de su dinero-, no evidencia sino su deseo inconsciente de vivir a sus expensas, es decir, de depender y explotarlo emocional y económicamente (4). Cuanto más dinero gana el hombre, más feroz puede ser dicha dependencia explotadora.

Ante semejante situación, muchos hombres buscarán consciente o inconscientemente el amor y el sexo en otra parte, es decir, tenderán a ser infieles. Cuando son descubiertos -lo que suele ocurrir, a veces porque ellos mismos buscan inadvertidamente el castigo que creen merecer-, la brutalidad se cierne sobre ellos. La esposa engañada, fuera de sí, gritará: "¡ajá, ya lo sabía yo, eres un cerdo, todos los hombres sois iguales, ¿quién es esa p...?, ¡ella se va a enterar!", etc.; y escenificará todo tipo de escándalos familiares y públicos, manipulará y se entrometerá en las vidas de terceros, etc. La exageración de su respuesta dependerá también de su educación, su familia y su clase sociocultural.

Ahora bien, ¿son los celos o el dolor ante el posible abandono lo que motiva estos estallidos, como ellas creen? En absoluto. Lo que sufren estas mujeres es la humillación insoportable de su narcisismo burlado, y la no menor frustración de haber perdido el control absoluto sobre la vida y la conducta de su marido. Éste no sólo ha escapado del redil -aunque sea brevemente-, sino que la otra mujer podría quitar a la esposa el cetro de su dominio patológico. Y si esto llegara a suceder, ¿cómo podría sobrevivir emocional y económicamente la maltratadora? Hay un fondo de terror y envidia en la furia de la engañada. Llegada a este punto, puede reaccionar de dos maneras principales: o aumentará sus malos tratos contra el marido durante meses (por mucho que éste vuelva a su lado y se disculpe continuamente), o exigirá el divorcio inmediatamente. Ambas reacciones demuestran su nulo interés inconsciente por comprender y reparar el matrimonio. Los procesos legales de separación tenderán a ser extremadamente conflictivos, abusivos e incluso, a veces, con la alianza del prejuicio social -que hasta hoy ha favorecido a la mujer-, claramente injustos contra el varón.

Muchos hombres, naturalmente, no soportarán este infierno (6). Algunos buscarán alivio en el alcohol, las drogas, la prostitución, el trabajo o los amigos -dando así más pábulo a su mujer-, o desarrollarán trastornos psicológicos (depresión, problemas laborales y sociales, dificultades sexuales, etc.), sin atinar, desde luego, a divorciarse. Pese a sus tormentos, siguen siendo infantilmente dependientes de su verduga, a la que sienten inconscientemente como una madre justiciera que, en realidad, "suele tener razón y les da su merecido" (7). Son hombres inmaduros, depresivos, inhibidos, sin autoestima -aunque pueden tener gran éxito en lo profesional y social-, y sufren en secreto hasta que se sienten definitivamente confundidos, culpabilizados, anulados por la esposa. Ya no saben qué sienten, qué piensan, qué desean hacer ellos mismos -y no la voz dictadora- con su matrimonio y con su vida.

No les cabe esperar ninguna comprensión por parte de la sociedad, que contempla su problema con indiferencia, incredulidad o humor. Después de todo, ¿no es perfectamente normal -y muy "latina"- la relación entre la mujer "de carácter" y el pobre diablo sumiso? ¿No se explicaron siempre chistes e historias, e incluso se realizaron grandes obras de arte al respecto? Además, ¿no es cierto que es feo quejarse, y que "los hombres no lloran", y que "las mujeres son más sensibles y amorosas que los varones"? "Mientras la sangre no llegue al río".... Así, paradójicamente, tanto por prejuicios machistas como feministas el tormento emocional masculino, simplemente, "no existe".

El tabú de la mujer maltratadora no sólo es perjudicial para los hombres sino también, obviamente, para las propias mujeres, que jamás llegan a concienciar y resolver su neurosis. No son tiránicas porque sean "malvadas", sino porque nunca dejaron de ser niñas solitarias y desesperadas. Por muchas razones, casi siempre su infancia fue vacía, desdichada, llena de desamor e incluso malos tratos. Aunque cambiaran mil veces de marido, mil veces volverían a utilizarlo para exorcizar sus demonios, que sólo largas y costosas terapias podrían erradicar. Pero no las harán pues, en definitiva, ellas no tienen ningún motivo para cambiar; es el hombre quien paga -en este caso- el precio más caro. De modo que, en general, tendrá que ser sólo él quien, con ayuda de psicólogos y/o abogados, luche por su felicidad.

Ojalá, en fin, este artículo haya contribuido un poco a bosquejar la magnitud de un problema que, por negado, es doblemente dramático (8).

__

1. Ver también "El maltrato en pareja", donde esbozamos una breve introducción al tema. (Zona de Autor)

2. Esto también es aplicable a muchos hombres, pero las consecuencias suelen ser diferentes por las causas psicodinámicas expuestas en "Hombres y mujeres: Manual de Instrucciones" (Zona de Autor)

3. Lo que caracteriza al maltratador/a no es que el otro/a no pueda ser también problemático/a (recordemos que, a veces, el maltrato es mutuo), sino que se siente por encima de todos los conflictos, de modo que cualquier posibilidad de comprensión, diálogo y negociación por su parte está descartada de antemano. En realidad, su necesidad primordial inconsciente es culpar a la víctima de su propia infelicidad intrínseca. Ver "El narcisismo". (Zona de Autor)

4. El/la narcisista, por definición, no puede vivir sin aferrarse y dominar/explotar al otro/a.

5. Burlas, críticas, insultos, denigración, difamación, indiferencia, coacciones, amenazas, prohibiciones, castigos, chantaje emocional, mentiras, venganzas, destrozo de objetos personales de la víctima, lavado de cerebro, acusaciones paranoicas, celos y envidias patológicas, persecución física y telefónica, manipulación de parientes y amigos, manipulación de los hijos, etc.

6. Por no hablar de las terribles consecuencias sobre los hijos.

7. A veces, en efecto, estos hombres sufrieron madres muy similares.

8. El actual "pensamiento único" sobre la violencia de género suele ignorar bastante el sufrimiento masculino. El lector/a interesado/a puede investigar por sí mismo el problema. Ver, p.ej., la obra de Erin Pizzey (abajo).


Fuente: José Luis Cano Gil Psicoterapeuta http://www.psicodinamicajlc.com/ http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/muj_malt.html

¿Por qué la depresión?

Dos factores básicos de la depresión son la pérdida (o carencia) afectiva, y las emociones asociadas redirigidas contra uno mismo.

Salvo causa demostrablemente orgánica, el ánimo depresivo suele obedecer a la pérdida o carencia de afectos valiosos (amor, seguridad, éxito, etc.) y a las emociones (dolor, ira...) reprimidas por ello. También es una forma de escapar de determinados conflictos íntimos (miedo, culpa, dependencia). Su significado inconsciente es: "prefiero quejarme y apartarme del mundo antes que expresar mis sentimientos y resolver mis problemas".

Una función adicional de la depresión es que, mediante ella, el deprimido consigue determinados beneficios secundarios (p.ej., afecto, cuidados, baja laboral) que, de otro modo, no gozaría.

La terapia del estado de ánimo depresivo ayuda al sujeto a descubrir, aceptar y expresar sus sentimientos ocultos, reforzar su autoestima y resolver sus conflictos emocionales y existenciales.

¿Por qué la ansiedad y las fobias?

La ansiedad es la manifestación consciente de cualquier emoción reprimida. La ansiedad con motivos "disfrazados" es la fobia.

Cualquier emoción (amor, odio, rabia, miedo, culpa, deseo, rechazo, vacío) que el sujeto se niega a admitir y expresar abiertamente, la vivirá en forma de "ansiedad". El sujeto se dice inconscientemente: "prefiero sufrir ansiedad antes que afrontar y resolver el conflicto personal que realmente me trastorna". La angustia es una ansiedad extrema.

Cuando el sujeto rechaza no sólo sus emociones sino el motivo de ellas (p.ej., una familia decepcionante) y lo sustituye simbólicamente por otro menos doloroso y aparentemente absurdo (p.ej., animales, objetos, gente), llamamos a dicha sustitución "fobia".

La terapia psicodinámica contra ansiedades y fobias se basa en ayudar a la persona a explorar y liberar sus conflictos reprimidos, mejorar su autoestima y enseñarle a fluir, todo lo cual evitará que sus emociones vuelvan a disfrazarse.

¿Por qué la adicción?

Toda adicción constituye una gratificación contra el dolor, una forma de escape y, en el fondo, un sucedáneo del amor que no se goza.

El adicto es un niño solitario que necesita gratificarse con cualquier objeto (alcohol, drogas, juego, sexo, trabajo) para aliviar sus ansiedades de cualquier origen y, en última instancia, para suplir el amor que no tiene (o no tuvo jamás). Su significado inconsciente es: "como tengo un problema, me consuelo dándome placer".

El drama del adicto es que, como su fórmula es superficial y además se siente culpable por ella (pues la sociedad le persigue llamándole "vicioso" o "enfermo"), su desesperación aumenta y, así, su adicción se cronifica.

La adicción es también una forma de escape y una defensa contra la responsabilidad de vivir y elegir.

La terapia psicodinámica ayuda al adicto a: 1) tomar conciencia y resolver en los posible sus ansiedades y conflictos íntimos; 2) reforzar su autoestima; 3) dar un sentido a su vida; 4) asumir con coraje la existencia y sus problemas.

Ver también: "Las adicciones"

¿Por qué la obsesión?

Las emociones reprimidas del sujeto hallan a veces su vía de expresión y escape a través de ideas y rituales obsesivo-compulsivos.

El trastorno obsesivo-compulsivo es una "erupción" de ansiedades y emociones ocultas -a menudo ira, culpa, disgusto- que el sujeto no se atreve a reconocer abiertamente. Elige inconscientemente: "prefiero desfogarme haciendo "cosas raras" antes que admitir y solucionar mis verdaderos problemas".

La obsesión es, como todo síntoma neurótico, un triunfo de las emociones reprimidas contra los esfuerzos controladores y morales de la voluntad.

La terapia psicodinámica de la obsesión intenta iluminar el mundo oculto del sujeto, ayudarle a expresar sus verdaderos sentimientos y reforzar su autoestima.

¿Por qué la obsesión?

Las emociones reprimidas del sujeto hallan a veces su vía de expresión y escape a través de ideas y rituales obsesivo-compulsivos.

El trastorno obsesivo-compulsivo es una "erupción" de ansiedades y emociones ocultas -a menudo ira, culpa, disgusto- que el sujeto no se atreve a reconocer abiertamente. Elige inconscientemente: "prefiero desfogarme haciendo "cosas raras" antes que admitir y solucionar mis verdaderos problemas".

La obsesión es, como todo síntoma neurótico, un triunfo de las emociones reprimidas contra los esfuerzos controladores y morales de la voluntad.

La terapia psicodinámica de la obsesión intenta iluminar el mundo oculto del sujeto, ayudarle a expresar sus verdaderos sentimientos y reforzar su autoestima.

¿Por qué los trastornos alimentarios?

Los problemas alimentarios (anorexia, bulimia) son la expresión de conflictos emocionales y familiares. Las modas estéticas son sólo pretextos.

Anorexia. Es una forma de autodesprecio que nace del desamor, la ira y el conflicto del sujeto con su entorno íntimo. Con la excusa de "ser amada" por su belleza, la persona anoréxica quiere también inconscientemente destruirse. A menudo hay tras ella una madre patológica (narcisista, exigente, abrumadora).

Bulimia. Se trata de una especie de "adicción" a la comida, mediante la cual el sujeto intenta aliviar sus ansiedades o llenar inconscientemente un vacío interior "insaciable". También puede ser una forma de autocastigo.

La terapia psicodinámica de los trastornos alimentarios se basa en resolver los motivos conscientes y ocultos de cada persona, y en ayudar a ésta a expresar sus verdaderos sentimientos, fortalecer su autoestima y promover su crecimiento emocional.

¿Por qué los trastornos de personalidad?

Los trastornos de personalidad resultan de daños infantiles -desamor, violencia, patologías parentales, sobreprotección, etc.- y sus inevitables secuelas en el sujeto: narcisismo, ansiedades, hostilidad, tristeza, inadaptación...

La actual clasificación de los trastornos de personalidad distingue diez tipos: límite (TLP), paranoide, esquizoide, esquizotípico, antisocial, histriónico, narcisista, evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo. Todos ellos son las diversas combinaciones de síntomas con que los individuos intentan protegerse de su insoportable desdicha infantil, jamás superada.

Los trastornos de personalidad pueden aliviarse ayudando al sujeto a conocerse a sí mismo, valorarse más, recuperar la confianza en la gente y realizar sus necesidades y deseos.

Más información sobre trastornos de personalidad

¿Por qué el TLP?

El trastorno límite de personalidad (TLP) se caracteriza por la inestabilidad emocional y la gran dificultad para vivir.

El sujeto TLP ha vivido una infancia con grandes daños emocionales, de lo que resulta una personalidad muy insegura, desconfiada, agitada, hostil e incluso autodestructiva. Su sentimiento inconsciente es: "¡os necesito desesperadamente pero no me fío de nadie!" Por ello es profunda e intensamente infeliz.

El TLP comienza a manifestarse en la infancia y la adolescencia, y puede mostrar diversas combinaciones de síntomas: anorexia, bulimia, adicciones, conducta problemática, depresión, fracaso escolar, amoroso y laboral, fobias, autolesiones, abandono del hogar...

La terapia psicodinámica del TLP, lenta y difícil, intenta restaurar gradualmente la confianza del sujeto en sí mismo y en la gente, canalizar sus emociones y orientar positivamente su vida.

¿Por qué las disfunciones sexuales?

Casi todas las disfunciones sexuales (falta de deseo u orgasmo, impotencia, eyaculación precoz, etc.) son psicológicas, es decir, se deben a fallos de aprendizaje, conflictos íntimos o problemas de pareja.

La sexualidad es, entre otras cosas, el juego espontáneo de compartir el placer, lo que es fruto natural del bienestar psicofísico del individuo y de su relación de pareja. Si dicho bienestar falta, o cuando determinados prejuicios, aprendizajes o circunstancias obstaculizan tal espontaneidad, surge la "disfunción" sexual.

La terapia psicodinámica de éstas se limita a indagar y resolver sus causas específicas en cada caso.

Ver también: "Sexo y neurosis" (Zona de Autor)

¿Por qué la baja autoestima?


La falta de autoestima nace directamente de la falta de cariño y aprobación en la infancia.
Es difícil amarnos si no hemos sido previamente amados. Pero sí podemos aprender a valorarnos a pesar de ello, y a disfrutar del amor que recibimos ahora mismo de muchas personas (amigos, parientes, pareja, terapeuta, etc.)

La terapia psicodinámica ayuda al sujeto a recobrar su autoestima mediante: 1) la concienciación de sus cualidades; 2) la aceptación sin culpa de sus limitaciones, 3) la maduración emocional (superación de las dependencias infantiles, desarrollo de la autonomía, etc.), 4) la búsqueda de relaciones sociales más satisfactorias (amistades, pareja...) y 5) la autorrealización personal.

¿Por qué la fobia social?

Fobia social significa, simplemente, "miedo intenso a la gente". Las causas de ello son diversas.
Los motivos de la fobia social son variados y combinables según cada persona. Por ejemplo:
- Muy baja autoestima- Traumas severos (maltrato familiar o escolar....)- Conflictos inconscientes (narcisismo, miedos, evitación de la realidad, procesos paranoides...)- Problemas de personalidad

La terapia psicodinámica de la fobia social analiza y ayuda a resolver en cada persona sus causas específicas. (Ver también ficha "Ansiedad y Fobias").

Más detalles en: "La fobia social - Una visión psicodinámica" (Zona de Autor)

¿Por qué los problemas de pareja?

Casi todos los problemas de pareja son debidos a la inmadurez o los problemas neuróticos de sus miembros.

Toda relación humana, y más aún la convivencia amorosa, exige por ambas partes madurez suficiente, equilibrio emocional y compatibilidad de caracteres. De otro modo, serán inevitables toda clase de conflictos, recriminaciones mutuas, agresiones, infidelidades, etc., que pueden conducir a la ruptura.

Muchas crisis de pareja pueden ser aliviadas o resueltas si se las aborda a tiempo con lucidez y coraje. En este sentido, es una pena que tantas personas decidan separarse sin haber comprendido jamás las causas reales -y no simplemente aparentes- de sus dificultades, negándose la oportunidad de solucionarlas y limitándose a culpar al otro/a de todo. En definitiva, casi siempre ambos miembros de la pareja son igualmente responsables por acción u omisión, ya sea de modo explícito o inconsciente, de sus aciertos y fracasos.

La terapia psicodinámica ayuda a las parejas a afrontar y resolver todo esto.

Para saber más visita la página Artículos.

¿Por qué la infelicidad?

La infelicidad nace generalmente de algún tipo de bloqueo o resistencia emocional, ya sea consciente o inconsciente. Esto nos impide aceptar las cosas y superar nuestras dificultades.


Cuando nos aferramos a determinadas actitudes o situaciones (ya sean pasadas o presentes), inmediatamente surgen la desdicha y los trastornos psicológicos. Son estos apegos o "fijaciones" los que, chocando con la realidad siempre cambiante, nos producen toda clase de dolorosas perturbaciones: miedo, culpa, rabia, egoísmo, dependencias... Todos los maestros de todos los tiempos, desde Buda hasta Freud, han coincidido en ello.


Por tanto, para curar nuestros síntomas neuróticos y ser más felices, o simplemente para superar ciertas situaciones, necesitamos detectar y superar estos apegos patológicos, ser emocionalmente más flexibles, descubrir -¡y utilizar!- nuestra inagotable capacidad de fluir natural y satisfactoriamente con la vida. (Ver también: "El crecimiento Personal").


La terapia psicodinámica es una de las herramientas que nos ayudan a ello.


Más sobre la felicidad (Zona de Autor)

El crecimiento personal

Crecer personalmente significa madurar, superar la infancia y los apegos, asumir la responsabilidad de vivir, realizar los propios sueños, aprender a amar.


El crecimiento personal es un largo viaje desde el egocentrismo y la dependencia infantiles hacia la autonomía, el amor y la autorrealización adultas. También puede describirse como una evolución desde las actitudes rígidas y neuróticas hacia formas de ser mucho más lúcidas, flexibles y satisfactorias. O como el paso de la inseguridad a la autoconfianza. O como la emancipación respecto a nuestros peores condicionantes familiares y educativos... Se trata, en fin, de un proceso que conduce al individuo a grados crecientes de libertad interior, amor y felicidad.


El crecimiento personal, como la vida misma, nunca termina, y sus más altas cimas coinciden con la Sabiduría.


Más sobre el crecimiento personal (Zona de Autor)