Toda adicción constituye una gratificación contra el dolor, una forma de escape y, en el fondo, un sucedáneo del amor que no se goza.
El adicto es un niño solitario que necesita gratificarse con cualquier objeto (alcohol, drogas, juego, sexo, trabajo) para aliviar sus ansiedades de cualquier origen y, en última instancia, para suplir el amor que no tiene (o no tuvo jamás). Su significado inconsciente es: "como tengo un problema, me consuelo dándome placer".
El drama del adicto es que, como su fórmula es superficial y además se siente culpable por ella (pues la sociedad le persigue llamándole "vicioso" o "enfermo"), su desesperación aumenta y, así, su adicción se cronifica.
La adicción es también una forma de escape y una defensa contra la responsabilidad de vivir y elegir.
La terapia psicodinámica ayuda al adicto a: 1) tomar conciencia y resolver en los posible sus ansiedades y conflictos íntimos; 2) reforzar su autoestima; 3) dar un sentido a su vida; 4) asumir con coraje la existencia y sus problemas.
Ver también: "Las adicciones"
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