Crecer personalmente significa madurar, superar la infancia y los apegos, asumir la responsabilidad de vivir, realizar los propios sueños, aprender a amar.
El crecimiento personal es un largo viaje desde el egocentrismo y la dependencia infantiles hacia la autonomía, el amor y la autorrealización adultas. También puede describirse como una evolución desde las actitudes rígidas y neuróticas hacia formas de ser mucho más lúcidas, flexibles y satisfactorias. O como el paso de la inseguridad a la autoconfianza. O como la emancipación respecto a nuestros peores condicionantes familiares y educativos... Se trata, en fin, de un proceso que conduce al individuo a grados crecientes de libertad interior, amor y felicidad.
El crecimiento personal, como la vida misma, nunca termina, y sus más altas cimas coinciden con la Sabiduría.
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