¿Cuál es el mejor colchón?
La reiteración de la publicidad, los reclamos de los fabricantes de colchones y cierta insistencia en la mitología popular abogan a favor de las bondades de un colchón duro. Sin embargo, no es la ciencia médica quien avala la creencia popular.
Por el contrario, los doctores y especialistas en traumatología no ponen el énfasis en el colchón sino en el somier. De ser posible, aconsejan, debe ser escogido con una dureza intermedia para optimizar la mecánica del sueño y reducir los dolores.
Los resultados del primer estudio realizado sobre los efectos de la dureza del colchón en relación al dolor de espalda, la Fundación Kovacs (www.kovacs.org), especialista en la materia, demuestra que la firmeza intermedia del colchón alivia el dolor 2,4 veces reposando en la cama, 1,9 al ponerse de pie y 2,10 como analgésico frente a la incapacidad física por dolor.
Sin embargo, el 76% de los traumatólogos persiste en el mito del colchón duro. Y con ellos, los reclamos publicitarios de los fabricantes de colchones.
La ciencia contrasta la creencia popular
Neurocirujanos, terapistas, traumatólogos y otros especialistas estudiaron 313 casos de lumbalgia crónica, dividiendo a los pacientes en dos grupos: los que utilizaron colchones duros y quienes durmieron sobre los de firmeza intermedia, ambos durante un período de 3 meses.
El resultado más concluyente provino de las mejoras sustantivas que operaron sobre los pacientes ya desde el momento de cambiar de colchón. En los casos más relevantes, 3 o 4 de cada 10 pacientes dejaron de requerir medicamentos para aliviar sus dolores.
En Estados Unidos el mito no funciona diferente: el 95% de los profesionales cree que los colchones duros mejoran las condiciones para los pacientes con dolor de espalda. La falta de rigor en la publicidad contribuye grandemente, se observa, en la formación y arraigamiento del mito.
Por su parte, las investigaciones relacionadas revelan el factor clave en las mejorías: un somier intermedio. De hecho, el cambio de somier mostró influir en mucho mayor medida que los tratamientos tradicionales contra el dolor de espalda.
Un problema con historia
El nacimiento de la publicidad de colchones estaba inmerso en una tecnología capaz de brindar un modelo de colchón de lana sobre los muelles horizontales de los somieres de la época.
En consecuencia, para evitar el curvamiento dañino a la musculatura dorsal, los médicos comenzaron a recomendar camas duras que disminuyeran el porcentaje de elasticidad. De allí nace la creencia de que los colchones duros crean un mejor descanso para la espalda.
La carencia de rigor científico de la publicidad de colchones perjudicó la mentalidad general frente a los progresos en el diseño de somieres y conformación de los colchones más modernos.
Sin exigencias respecto a la severidad de las afirmaciones publicitarias y los reclamos de los fabricantes de colchones, la población continuó bajo la creencia de principios del siglo XX. Es de esperar que el avance de la ciencia sea paulatinamente difundido en beneficio con los millones de personas afectadas por el dolor de espalda crónico y se les conceda un mejor descanso. En conclusión, la mejor elección será un colchón y un somier de dureza intermedia.
La reiteración de la publicidad, los reclamos de los fabricantes de colchones y cierta insistencia en la mitología popular abogan a favor de las bondades de un colchón duro. Sin embargo, no es la ciencia médica quien avala la creencia popular.
Por el contrario, los doctores y especialistas en traumatología no ponen el énfasis en el colchón sino en el somier. De ser posible, aconsejan, debe ser escogido con una dureza intermedia para optimizar la mecánica del sueño y reducir los dolores.
Los resultados del primer estudio realizado sobre los efectos de la dureza del colchón en relación al dolor de espalda, la Fundación Kovacs (www.kovacs.org), especialista en la materia, demuestra que la firmeza intermedia del colchón alivia el dolor 2,4 veces reposando en la cama, 1,9 al ponerse de pie y 2,10 como analgésico frente a la incapacidad física por dolor.
Sin embargo, el 76% de los traumatólogos persiste en el mito del colchón duro. Y con ellos, los reclamos publicitarios de los fabricantes de colchones.
La ciencia contrasta la creencia popular
Neurocirujanos, terapistas, traumatólogos y otros especialistas estudiaron 313 casos de lumbalgia crónica, dividiendo a los pacientes en dos grupos: los que utilizaron colchones duros y quienes durmieron sobre los de firmeza intermedia, ambos durante un período de 3 meses.
El resultado más concluyente provino de las mejoras sustantivas que operaron sobre los pacientes ya desde el momento de cambiar de colchón. En los casos más relevantes, 3 o 4 de cada 10 pacientes dejaron de requerir medicamentos para aliviar sus dolores.
En Estados Unidos el mito no funciona diferente: el 95% de los profesionales cree que los colchones duros mejoran las condiciones para los pacientes con dolor de espalda. La falta de rigor en la publicidad contribuye grandemente, se observa, en la formación y arraigamiento del mito.
Por su parte, las investigaciones relacionadas revelan el factor clave en las mejorías: un somier intermedio. De hecho, el cambio de somier mostró influir en mucho mayor medida que los tratamientos tradicionales contra el dolor de espalda.
Un problema con historia
El nacimiento de la publicidad de colchones estaba inmerso en una tecnología capaz de brindar un modelo de colchón de lana sobre los muelles horizontales de los somieres de la época.
En consecuencia, para evitar el curvamiento dañino a la musculatura dorsal, los médicos comenzaron a recomendar camas duras que disminuyeran el porcentaje de elasticidad. De allí nace la creencia de que los colchones duros crean un mejor descanso para la espalda.
La carencia de rigor científico de la publicidad de colchones perjudicó la mentalidad general frente a los progresos en el diseño de somieres y conformación de los colchones más modernos.
Sin exigencias respecto a la severidad de las afirmaciones publicitarias y los reclamos de los fabricantes de colchones, la población continuó bajo la creencia de principios del siglo XX. Es de esperar que el avance de la ciencia sea paulatinamente difundido en beneficio con los millones de personas afectadas por el dolor de espalda crónico y se les conceda un mejor descanso. En conclusión, la mejor elección será un colchón y un somier de dureza intermedia.
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