Mantenga sanos sus dientes
Tanto la caries como la enfermedad periodontal, más conocida como piorrea - las dos enfermedades mas frecuentes que afectan al sistema dental - están originadas por la presencia de placa dental en nuestra boca.
La placa es una película que se adhiere a los dientes y a las encías; está constituida por elementos de la saliva, restos de alimentos y microorganismos bacterianos, muy abundantes en la cavidad bucal. Tales gérmenes utilizan para nutrirse los azúcares de los alimentos que tomamos, dando lugar a la formación de ácidos, los cuales reblandecen el esmalte del diente (mecanismo generador de caries) e inflaman las encías. De esta forma, producen gingivitis en un principio, y piorrea en casos avanzados.
Uno de los procedimientos más eficaces para prevenir enfermedades tan comunes es la eliminación de la placa bacteriana utilizando tanto el cepillo de dientes como la seda dental.
Cómo cepillarse correctamente los dientes
Las caries son, en la actualidad, una de las enfermedades que con mayor frecuencia afectan a hombres, mujeres y niños de los países desarrollados. Los problemas que trae consigo no son únicamente estéticos (dientes manchados y rotos, pérdida de piezas dentales, etc.), sino que puede repercutir gravemente sobre la totalidad del organismo (lesiones cardíacas, problemas reumáticos, afecciones pulmonares...). Siga estas reglas y se librará de ellas:
Todas las caras del diente y todas las piezas deben ser cepilladas.
Para ello dividiremos la boca en cuadrantes, empezando pro el superior izquierdo y avanzando en el sentido de las agujas del reloj. Así, la sistemática evitará el olvido.
La cara anterior (que vemos) de los dientes se limpiará mediante un movimiento de barrido, apoyando las fibras del cepillo horizontalmente sobre la encía con una cierta inclinación. A continuación realizaremos un giro de muñeca hacia el borde del diente (cada arcada dentaria se cepillará siempre por separado).
Se seguirá el mismo procedimiento en las caras posteriores, debiendo colocar el cepillo vertical cuando limpiemos los dientes anteriores (incisivos y caninos).
Las superficies de las piezas que miran hacia la arcada contraria (aquellas con las que masticamos) se limpiaran colocando el cepillo horizontal, con sus fibras perpendiculares a la superficie del diente y desplazándolo de atrás a adelante.
Las encías también serán cepilladas. Para ello apoyaremos el cepillo horizontalmente sobre la unión del diente-encía, manteniendo una inclinación de 45º, para posteriormente realizar movimientos en sentido antero-posterior de muy escasa longitud (sin que las cerdas lleguen a desplazarse, sólo a deformarse).
Finalizaremos el cepillado con amplios movimientos de barrido sobre la lengua y la cara interna de mejillas y labios.
Nunca cepillaremos horizontalmente la cara anterior (la que vemos) de los dientes con las fibras perpendiculares a la misma. Esto produciría lesiones graves en las encías y desgaste del diente, causando caries.
Al menos en un principio, y para orientar un buen cepillado, se disolverá en la boca un comprimido de colorante, el cual tiñe la place y evidencia su localización.
Los dientes serán cepillados tras cada comida, o al menos antes de acostarse.
Manejo de la seda dental
Consiste en un hilo de seda cuya finalidad es limpiar las superficies de los dientes que toman contacto entre sí, y los espacios interdentarios; zonas prácticamente inaccesibles a las fibras del cepillo que se transforman en verdaderos refugios de la placa, con el consiguiente riesgo de caries, gingivitis y piorrea. Si no usamos la seda dental nuestra boca nunca estará completamente limpia.
El hilo dental se vende en rollos individuales con estuche protector o formando parte de un kit de control de placa (el cual incluye además cepillo, colorante de tinción de placa, aplicador de seda, dentífrico y otros accesorios apropiados para el mantenimiento de la higiene bucal).
La presentación comercial de la seda es variable, teniendo el aspecto de un hilo fino (1 mm. aproximadamente de grosor) de diversos colores (blanco generalmente) e incluso de variados sabores (frutilla, menta...).
Las dos modalidades más extendidas de seda son enceradas (de más fácil manejo, por deslizarse mejor), ideal para principiantes, y sin encerar. Aunque los odontólogos recomiendan el uso de seda sin encerar, recientes estudios han demostrado que su eficacia es similar a la encerada.
A pesar de que en un principio su manejo pueda resultar complicado, hemos de recordar que al final se convierte en una práctica rutinaria y sencilla, semejante al cepillado. Por tal motivo, no olvide que si al iniciar su uso encuentra dificultades debe perseverar en su empeño y no dar la espalda a una técnica tan simple, eficaz y necesaria de higiene oral.
La seda se manejará manualmente, extrayendo del rollo unos treinta o cuarenta centímetros, cuyos extremos enrollaremos a los dedos medios de ambas manos, llevando la mayor parte del hilo a uno de los dedos, con el fin de que, a medida que la utilizamos, vayamos pasando seda de uno a otro dedo, empleando seda limpia para cada espacio interdentario.
Dejamos varios centímetros de seda entre ambas manos, sujetos con los dedos índice y pulgar; su longitud no será grande para que no dificulte los movimientos que hay que efectuar. Generalmente comenzaremos introduciendo el hilo entre los incisivos superiores (los más fáciles de limpiar) hasta que éste se apoye suavemente en la encía. La seda presionará sobre la cara lateral de uno de los dientes, rodeándole en forma de "C", y se deslizará suavemente en sentido vertical hacia el borde del mismo. La operación se repetirá varias veces (seis u ocho) hasta que notemos un sonido peculiar, indicador de que la superficie está limpia).
Los cabos deben ir siempre paralelos, no presionando sobre la encía, la cual sería lesionada, sino sobre la superficie de cada pieza.
La misma sistemática se seguirá con cada uno de los dientes, y jamás se realizarán movimientos horizontales de sierra (de atrás a adelante), sino verticales, pues cortaría la encía e incluso erosionaría el cuello del diente haciéndole vulnerable a las caries y la sensibilidad dolorosa.
La seda también puede ser utilizada mediante los denominados "aplicadores"; unos sencillos instrumentos de plástico en forma de horquilla, entre cuyos brazos queda el fragmento de hilo con que limpiamos, y un botón en la bifurcación donde se anuda. Aunque da mejores resultados la aplicación manual, los aplicadores sirven para dar los primeros pasos.
En los niños, la seda comenzará a emplearse tan pronto como sus habilidades lo permitan, y siempre antes de que los contactos interdentarios se cierren. Para simplificarles el manejo, en vez de enrollar el hilo a los dedos medios, se aconseja confeccionar un anillo de unos ocho centímetros de diámetro, anudando los extremos. El aro se sujetará con los cuatro dedos de cada mano (exceptuando el pulgar) y se hará rotar el hilo para utilizarlo siempre limpio.
La seda dental debe usarse al menos una vez al día.
Características del cepillo ideal
Existe un modelo para cada edad, cada persona y cada patología. Consulte a su densita sobre el suyo.
El cepillo genérico tendrá mango recto que facilite su uso.
La cabeza será pequeña para poder acceder a todas las zonas de la boca.
Sus fibras, de consistencia media o blanda, con extremos redondeados que no deteriores el esmalte o las encías.
Estarán alineadas en dos o tres hileras de pinceles, con diez o doce penachos en cada hilera.
Cambie su cepillo cada tres meses por uno nuevo.
Los cepillos eléctricos sólo los emplearán personas impedidas.
Los cepillos interproximales, consistentes en un mango y un único penacho de fibras, facilitan la limpieza de los espacios interdentales.
Los palillos de dientes se evitarán lo posible.
Los denominados estimuladores gingivales (pequeños conos de goma existentes en el lado opuesto a la cabeza de algunos cepillos, o con mango propio) activan la circulación de la encía y facilitan la limpieza de los espacios interdentales.
Tanto la caries como la enfermedad periodontal, más conocida como piorrea - las dos enfermedades mas frecuentes que afectan al sistema dental - están originadas por la presencia de placa dental en nuestra boca.
La placa es una película que se adhiere a los dientes y a las encías; está constituida por elementos de la saliva, restos de alimentos y microorganismos bacterianos, muy abundantes en la cavidad bucal. Tales gérmenes utilizan para nutrirse los azúcares de los alimentos que tomamos, dando lugar a la formación de ácidos, los cuales reblandecen el esmalte del diente (mecanismo generador de caries) e inflaman las encías. De esta forma, producen gingivitis en un principio, y piorrea en casos avanzados.
Uno de los procedimientos más eficaces para prevenir enfermedades tan comunes es la eliminación de la placa bacteriana utilizando tanto el cepillo de dientes como la seda dental.
Cómo cepillarse correctamente los dientes
Las caries son, en la actualidad, una de las enfermedades que con mayor frecuencia afectan a hombres, mujeres y niños de los países desarrollados. Los problemas que trae consigo no son únicamente estéticos (dientes manchados y rotos, pérdida de piezas dentales, etc.), sino que puede repercutir gravemente sobre la totalidad del organismo (lesiones cardíacas, problemas reumáticos, afecciones pulmonares...). Siga estas reglas y se librará de ellas:
Todas las caras del diente y todas las piezas deben ser cepilladas.
Para ello dividiremos la boca en cuadrantes, empezando pro el superior izquierdo y avanzando en el sentido de las agujas del reloj. Así, la sistemática evitará el olvido.
La cara anterior (que vemos) de los dientes se limpiará mediante un movimiento de barrido, apoyando las fibras del cepillo horizontalmente sobre la encía con una cierta inclinación. A continuación realizaremos un giro de muñeca hacia el borde del diente (cada arcada dentaria se cepillará siempre por separado).
Se seguirá el mismo procedimiento en las caras posteriores, debiendo colocar el cepillo vertical cuando limpiemos los dientes anteriores (incisivos y caninos).
Las superficies de las piezas que miran hacia la arcada contraria (aquellas con las que masticamos) se limpiaran colocando el cepillo horizontal, con sus fibras perpendiculares a la superficie del diente y desplazándolo de atrás a adelante.
Las encías también serán cepilladas. Para ello apoyaremos el cepillo horizontalmente sobre la unión del diente-encía, manteniendo una inclinación de 45º, para posteriormente realizar movimientos en sentido antero-posterior de muy escasa longitud (sin que las cerdas lleguen a desplazarse, sólo a deformarse).
Finalizaremos el cepillado con amplios movimientos de barrido sobre la lengua y la cara interna de mejillas y labios.
Nunca cepillaremos horizontalmente la cara anterior (la que vemos) de los dientes con las fibras perpendiculares a la misma. Esto produciría lesiones graves en las encías y desgaste del diente, causando caries.
Al menos en un principio, y para orientar un buen cepillado, se disolverá en la boca un comprimido de colorante, el cual tiñe la place y evidencia su localización.
Los dientes serán cepillados tras cada comida, o al menos antes de acostarse.
Manejo de la seda dental
Consiste en un hilo de seda cuya finalidad es limpiar las superficies de los dientes que toman contacto entre sí, y los espacios interdentarios; zonas prácticamente inaccesibles a las fibras del cepillo que se transforman en verdaderos refugios de la placa, con el consiguiente riesgo de caries, gingivitis y piorrea. Si no usamos la seda dental nuestra boca nunca estará completamente limpia.
El hilo dental se vende en rollos individuales con estuche protector o formando parte de un kit de control de placa (el cual incluye además cepillo, colorante de tinción de placa, aplicador de seda, dentífrico y otros accesorios apropiados para el mantenimiento de la higiene bucal).
La presentación comercial de la seda es variable, teniendo el aspecto de un hilo fino (1 mm. aproximadamente de grosor) de diversos colores (blanco generalmente) e incluso de variados sabores (frutilla, menta...).
Las dos modalidades más extendidas de seda son enceradas (de más fácil manejo, por deslizarse mejor), ideal para principiantes, y sin encerar. Aunque los odontólogos recomiendan el uso de seda sin encerar, recientes estudios han demostrado que su eficacia es similar a la encerada.
A pesar de que en un principio su manejo pueda resultar complicado, hemos de recordar que al final se convierte en una práctica rutinaria y sencilla, semejante al cepillado. Por tal motivo, no olvide que si al iniciar su uso encuentra dificultades debe perseverar en su empeño y no dar la espalda a una técnica tan simple, eficaz y necesaria de higiene oral.
La seda se manejará manualmente, extrayendo del rollo unos treinta o cuarenta centímetros, cuyos extremos enrollaremos a los dedos medios de ambas manos, llevando la mayor parte del hilo a uno de los dedos, con el fin de que, a medida que la utilizamos, vayamos pasando seda de uno a otro dedo, empleando seda limpia para cada espacio interdentario.
Dejamos varios centímetros de seda entre ambas manos, sujetos con los dedos índice y pulgar; su longitud no será grande para que no dificulte los movimientos que hay que efectuar. Generalmente comenzaremos introduciendo el hilo entre los incisivos superiores (los más fáciles de limpiar) hasta que éste se apoye suavemente en la encía. La seda presionará sobre la cara lateral de uno de los dientes, rodeándole en forma de "C", y se deslizará suavemente en sentido vertical hacia el borde del mismo. La operación se repetirá varias veces (seis u ocho) hasta que notemos un sonido peculiar, indicador de que la superficie está limpia).
Los cabos deben ir siempre paralelos, no presionando sobre la encía, la cual sería lesionada, sino sobre la superficie de cada pieza.
La misma sistemática se seguirá con cada uno de los dientes, y jamás se realizarán movimientos horizontales de sierra (de atrás a adelante), sino verticales, pues cortaría la encía e incluso erosionaría el cuello del diente haciéndole vulnerable a las caries y la sensibilidad dolorosa.
La seda también puede ser utilizada mediante los denominados "aplicadores"; unos sencillos instrumentos de plástico en forma de horquilla, entre cuyos brazos queda el fragmento de hilo con que limpiamos, y un botón en la bifurcación donde se anuda. Aunque da mejores resultados la aplicación manual, los aplicadores sirven para dar los primeros pasos.
En los niños, la seda comenzará a emplearse tan pronto como sus habilidades lo permitan, y siempre antes de que los contactos interdentarios se cierren. Para simplificarles el manejo, en vez de enrollar el hilo a los dedos medios, se aconseja confeccionar un anillo de unos ocho centímetros de diámetro, anudando los extremos. El aro se sujetará con los cuatro dedos de cada mano (exceptuando el pulgar) y se hará rotar el hilo para utilizarlo siempre limpio.
La seda dental debe usarse al menos una vez al día.
Características del cepillo ideal
Existe un modelo para cada edad, cada persona y cada patología. Consulte a su densita sobre el suyo.
El cepillo genérico tendrá mango recto que facilite su uso.
La cabeza será pequeña para poder acceder a todas las zonas de la boca.
Sus fibras, de consistencia media o blanda, con extremos redondeados que no deteriores el esmalte o las encías.
Estarán alineadas en dos o tres hileras de pinceles, con diez o doce penachos en cada hilera.
Cambie su cepillo cada tres meses por uno nuevo.
Los cepillos eléctricos sólo los emplearán personas impedidas.
Los cepillos interproximales, consistentes en un mango y un único penacho de fibras, facilitan la limpieza de los espacios interdentales.
Los palillos de dientes se evitarán lo posible.
Los denominados estimuladores gingivales (pequeños conos de goma existentes en el lado opuesto a la cabeza de algunos cepillos, o con mango propio) activan la circulación de la encía y facilitan la limpieza de los espacios interdentales.
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