miércoles, 8 de octubre de 2008

Los zapatos y la salud de los pies

Los zapatos y la salud de los pies

Además de hacer posible nuestra posición vertical, los pies son los auténticos cimientos del organismo, capaces de aguantar nuestro peso. Sin embargo, muchas veces no se presta la suficiente atención a estos importantes elementos sustentadores.

Y es un gran error, porque algunas de las deformidades que sufren los pies en la infancia suelen generar posteriormente problemas en el adulto.

El calzado es un factor muy a tener en cuenta respecto a la salud de los pies.

La evolución histórica del zapato nunca puede llegar a justificar el uso de un mal calzado moderno. En la actualidad, sobre todo en el calzado femenino, son muchos los defectos que pueden enumerarse y que afectan a la salud de los pies.

La existencia de una parte anterior puntiaguda - la puntera - debe evitarse, puesto que el pie no tiene, en ninguno de sus tipos, esa forma.

Cuando se prensa el dedo gordo hacia una posición que resulta incómoda, generalmente genera juanetes. El meñique, por su parte, también es empujado hacia adentro, lo cual provoca el denominado juanetillo de sastre. Además de esta lesión aparecen enseguida callos y durezas que se suman a trastornos por compresión de las uñas. Por otra parte, el tacón alto genera el mal apoyo del pie, que produce lesiones en el antepié - metatarsalgia -, así como lesiones en la columna vertebral y la pelvis. Con tacón alto también aparecerán lesiones en el talón de Aquiles. Sin embargo, llevar un poco de tacón sí que resulta necesario.

De cualquier forma, algunos especialistas recomiendan alternar los zapatos de tacón alto con el bajo.

Y esto es importante, porque, por ejemplo, el calzado con ausencia de tacón predispone al pie plano.

La suela no debe ser ni muy dura (madra, cuero reforzado) ni muy blanda. La primera de ellas produce deformación (pie cavo), y la segunda, torsiones del pie.

Además, los zapatos no pueden ser tampoco ni muy largos (producen torceduras) ni muy estrechos (predisponen al dedo de martillo, a los sabañones y a las heridas). El calzado poco aireado favorece las infecciones por hongos (pie de atleta) y un contrafuerte muy duro o excesivamente laxo puede generar bursitis (bolsas) en el talón de Aquiles.

Un mocasín sin sujeción adecuada motiva que el pie salga de su sitio a cada paso que se da. Para que esto no enquiste los músculos, el pie se defiende y agarrota los músculos, lo que, con el tiempo, es negativo. Y qué decir de los zuecos: producen rozaduras y obligan a realizar grandes esfuerzos para dar pasos; las zapatillas (que producen calor) también son imperfectas.

En busca del zapato ideal

Para saber cuál es el zapato ideal hay que hablar de uno para cada persona, acomodado a cada tipo de pie. No obstante, las siguientes premisas merecen ser tenidas en cuenta:

- Antepié no afilado.
- Contrafuerte justo (que sujete pero que no oprima).
- El tacón que exista, pero que no se amuy alto.
- Evitar los cordones apretados (producen rozaduras).
- No optar por materiales que sean muy rigidos; tampoco muy flexibles. Que sean transpirables pero resistentes.
- Cambiar de zapato segun la actividad que se realice (paseo, trabajo, gimnasia, etc.).
- "Comprar zapatos para sus pies, además de para sus ojos", es una buena filosofía para evitar males mayores.

Problemas y algunas posibles soluciones

Se denomina pie plano al que carece de arco o puente y suele asociarse con frecuencia a la mayor laxitud de la planta del pie. Aunque existe una predisposición congénita a padecer este problema, no se puede olvidar el factor constitucional, la utilización de un calzado inadecuado, la ausencia de tacón, que favorecen el pie plano, así como determinados trabajos o actividades.

No obstante, existen medidas para evitar su aparición: enseñar a caminar bien al niño o acostumbrarle a hacer ejercicios para fortalecer los músculos y los ligamentos, a base de andar de puntillas y de talones, constituyen dos eficaces normas preventivas. Si estos medios no resultan suficientes, conviene usar plantillas y calzados ortopédicos que eviten o corrijan la lesión.

El pie cavo o, lo que es lo mismo, pie con exceso de puente, suele ir asociado la mayoría de las veces a desviaciones del talón. Otras veces va acompañado de dedos de garra, es decir, de agarrotamiento de los dedos que están flexionados. Esto puede producir, incluso, que se queden fijos en esta postura. Como causa de ambas lesiones pueden citarse los zapatos pequeños o con un tacón excesivamente alto; pero, al igual que en el pie plano, también influyen factores laborales, genéticos y constitucionales.

Para su tratamiento resulta necesario rehabilitar la musculatura del pie y el uso de
plantillas ortopédicas. Sólo cuando el proceso está muy avanzado se aconseja la intervención quirúrgica.

Existen otras deformidades del pie, típicamente infantiles, que aparecen a los pocos meses de nacer, por lo que no se pueden prevenir. Entre ellas está el pie zambo - desviación del pie hacia adentro -, equino - la parte delantera del pie caída hacia abajo -, en varo - hacia adentro -, en talo - a la inversa del equino.

Al llegar a la edad adulta, todas estas lesiones suelen derivar en una artrosis o, como mal menor, fuertes dolores en la zona. Otros factores como la menopausia, el embarazo, la obesidad, la debilidad muscular y, en menor medida, fracturas, infecciones y lesiones óseas del pie, también contribuyen a generar o agravar estas deformidades.

El calzado es un factor muy a tener en cuenta respecto a la salud de los pies.

La metatarsalgia es una lesión caracterizada por un fuerte dolor en la parte anterior del pie. Se origina por un aplastamiento del arco (parte anterior a los metatarsianos), generalmente debida a un calzado con exceso de tacón.

El pie se apoya prácticamente en un 90% en el primero y quinto dedo por delante y en el talón por detrás. Cuando el tacón es excesivo, al elevar el talón el apoyo varía y se produce una sobrecarga de peso en los metatarsianos (metatarsalgia).

Enfermedades como diabetes, artrosis, reumatismo y traumatismo también pueden contribuir a generar estas lesiones. La solución puede estar en llevar el zapato adecuado y una plantilla especial. Pero si la alteración del antepié es irreversible, entonces es necesaria la fisioterapia, que consiste en utilizar el calor, la luz, el agua o el ejercicio como métodos curativos.

El dedo en martillo consiste en tener la primera falange muy extendida y las otras flexionadas. El tratamiento dependerá de la fase en que se encuentre la lesión, ya que al principio esta alteración es reversible, pero con el paso del tiempo adquiere una rigidez que solamente puede tratarse quirúrgicamente.

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